sábado, 16 de octubre de 2010

No puedes escapar

Por lo general, las personas nos creemos libres. Quitando algunas excepciones de gente que, desgraciadamente, vive en represión por el Estado, sectas de cualquier tipo u otras circunstancias, nos podemos considerar libres. Nos creemos “supermanes” de las situaciones; podemos salir de cualquier conflicto ya que para eso tenemos la capacidad de comunicarnos y eso nos ayuda bastante.

Nadie puede obligarnos a hacer nada que no queramos. Podemos evitar todo aquello que nos cause molestia. Por poner un ejemplo absurdo, si no me gustan las acelgas las ignoro y no me las como. Por tanto, somos libres. Así que desde aquí le doy un aplauso a todos aquellos que se lo creen.

Pues bien, lamento decir que solo somos libres de ojos para afuera. Somos libres de todo menos de nosotros mismos. Esto es debido a que tenemos conciencia. Nadie puede escapar de ella. Es peor que una novia posesiva o un acosador. Siempre está ahí y es imposible hacerla desaparecer.

Lo peor de todo es que la conciencia es un enemigo que siempre tiene la razón. Aquel que intente quitársela tiene un problema muy serio. Estará hora tras hora intentando autoconvencerse de lo contrario que le dicta su conciencia y acabará mal, lógicamente.

Queda demostrado que la conciencia es la niña mimada de cada uno. Así que a todos los que intenten ir en contra de su conciencia les recomiendo que no lo hagan, porque por mucho que prolonguen su agonía al final siempre se sale con la suya.