- Verás, no hay nada mas fingido que alguien que desea sonreír y sabe que va a hacerlo. Imagínate esta situación: alguien que va al cine a ver una comedia va porque tiene la intención de reírse y pasar un buen rato ¿no?
- Supongo que sí. Pero es lo normal… si alguien va a ver una comedia es porque tiene ganas de reírse.
- Por tanto ahí tienes la respuesta. Sonríes porque te apetece sonreír, pero no porque tu sonrisa sea pura.
- Pero siempre las sonrisas vienen provocadas por algo. ¡Uno no puede sonreír porque sí!
- Precisamente la sonrisa que sale sin motivo alguno es la única verdadera. No viene determinada por nada, simplemente es innata y siempre está ahí.
- Nadie sonríe sin motivo alguno. Siempre hay algo que lo provoca. Tú me cuentas un chiste y si me hace gracia me río. También puedo fingir que no me hace gracia y reírme, pero aún así ambas sonrisas estarían motivadas por algo.
- ¿Y si no te cuento ningún chiste? ¿Y si no hago nada gracioso para motivar tu sonrisa?
- ¡Entonces no sonreiría!
- Por lo que volvemos a lo que decía antes. Eres un infeliz
- Quizás tu felicidad sea fingida y no te has dado cuenta.
- Querido, me temo que eso no es posible.
CONTINUARÁ…
"El hombre ha nacido libre y por doquiera se encuentra sujeto con cadenas" (Jean-Jacques Rousseau).
jueves, 30 de diciembre de 2010
miércoles, 29 de diciembre de 2010
Sonríe (1)
- ¿Y tú eres siempre tan risueña?
- ¡Pues claro!
- ¿Y cuál es tu secreto?
- No hay secreto. Es innato en mí.
- Eso no tiene sentido…
- ¿Por qué?
- Porque para sonreír hay que tener motivos… y no creo que los tengas siempre ¿no?
- No tiene que ser siempre así. Esa visión de la sonrisa la tiene la mayoría de la gente y así va el mundo.
- Explícate.
- Digamos que la gente solo se plantea sonreír en ocasiones señaladas, es decir, cuando tienen que hacerlo. Entonces todo eso lleva a que la sonrisa o la propia risa deja de ser real.
- ¿Y no sería más bien al contrario? Sonreír con motivo alguno implica una sonrisa verdadera.
- Querido, tienes la misma percepción de la sonrisa que todos los infelices.
- ¡Yo no soy un infeliz! Como sabes que he tumbado tu argumento ahora te inventas eso, pero no es cierto.
- Para nada. Te diré, aunque te duela saberlo, que no me has tumbado mi argumento. ¿Tú opinas que para sonreír hay que tener algún motivo aparente no?
- Sí
- Pues entonces tu sonrisa está siendo inconscientemente forzada.
- ¿Y eso por qué?
CONTINUARÁ…
- ¡Pues claro!
- ¿Y cuál es tu secreto?
- No hay secreto. Es innato en mí.
- Eso no tiene sentido…
- ¿Por qué?
- Porque para sonreír hay que tener motivos… y no creo que los tengas siempre ¿no?
- No tiene que ser siempre así. Esa visión de la sonrisa la tiene la mayoría de la gente y así va el mundo.
- Explícate.
- Digamos que la gente solo se plantea sonreír en ocasiones señaladas, es decir, cuando tienen que hacerlo. Entonces todo eso lleva a que la sonrisa o la propia risa deja de ser real.
- ¿Y no sería más bien al contrario? Sonreír con motivo alguno implica una sonrisa verdadera.
- Querido, tienes la misma percepción de la sonrisa que todos los infelices.
- ¡Yo no soy un infeliz! Como sabes que he tumbado tu argumento ahora te inventas eso, pero no es cierto.
- Para nada. Te diré, aunque te duela saberlo, que no me has tumbado mi argumento. ¿Tú opinas que para sonreír hay que tener algún motivo aparente no?
- Sí
- Pues entonces tu sonrisa está siendo inconscientemente forzada.
- ¿Y eso por qué?
CONTINUARÁ…
Suscribirse a:
Entradas (Atom)