viernes, 29 de noviembre de 2013

Roma (1)

Por mucho que lloviese en aquella tarde de primavera, nada era comparable al mar de dudas que su cabeza generaba tras millones de gotas que caían sobre su paraguas. Tras un considerable paseo por el sendero más largo hacia su casa, Nadia abrió rápidamente la puerta de su pequeño apartamento, no sin antes mancharse de barro sus diminutas manos. Sólo tenía dos llaves: la de la puerta de su casa y la del coche. Pese a que no había confusión, ese día se mostraba más nerviosa de lo habitual, por lo que al sacar las llaves de su bolsillo se le cayeron en el charco que siempre se formaba en la entrada de su casa cada vez que había un aguacero como el de ese día. Nadia no era una chica más. Cuando llovía no sólo se servía de su paraguas azul sino que también usaba uno de sus múltiples gorros para que su corto pero cuidado cabello quedara intacto frente a la humedad. Cuando se puso cómoda, comenzó a preparar la cena. Era pronto, algo más de las ocho, pero ella no era precisamente de cenar al horario español. Más bien odiaba todo lo relacionado con la cultura española, incluso la paella, aquella paella que tantas noches había tenido que tragar de niña cuando veraneaba con su familia en Valencia. Tras prepararse su ensalada favorita, empezó a ojear el catálogo de viajes que su amiga Quelma le había dado pocas horas antes. La conocía desde que ambas tenían cinco años, pero dos décadas después e infinitas noches de risas y diversión no habían sido suficientes para saber por qué se hacía llamar así. Y lo más curioso, por qué nadie le preguntaba el origen de su nombre. Sonó el teléfono y, pese a estar cenando, se levantó de la mesa para ir a la esquina de la cocina a cogerlo.

- ¿Dígame?

- ¡Nena! ¿Has visto ya el catálogo que te he dejado?

- Justo ahora le estaba echando un vistazo. La verdad es que tiene muy buena pinta todo allí.

- Ya verás, lo vamos a pasar de lujo. Además los italianos están tremendos.

- Si yo ya se a lo que vas tú. Pobre Teo, menuda le ha caído contigo.

- ¡Qué va mujer! Si no se entera de nada. Además, ya sabes que una necesita desfogarse un poco de vez en cuando…

- Pero si es tu novio deberías respetarle más y no engañarle tanto… ¿O pretendes que me trague que es la primera vez que le vas a poner los cuernos?

- Mira, como veo que te estás poniendo moralista te dejo que sigas cenando que se te escucha masticar esa ensalada asquerosa que te preparas.

Entre risas colgaron y Nadia terminó de cenar. Los últimos meses no habían sido precisamente brillantes en su vida pero al menos había ahorrado lo suficiente como para permitirse el capricho de hacer un viaje. Sin embargo, últimamente se notaba más viva. Tenía la sensación como si algo que llevase mucho tiempo esperando fuese a cumplirse. 

CONTINUARÁ...

jueves, 21 de noviembre de 2013

El diablo lleva un vestido de flores



Los verdaderos héroes no aguantan el mundo, por eso se marchan de él. Y cuando no es así, alguien que pretende emularles en popularidad se encarga de hacerles ese favor. Generalmente, piensan que les han hecho la mayor faena. Se equivocan.