domingo, 3 de febrero de 2013

Poker de almas (5)

- Disculpa si te he molestado Alex.

- Aquí está el mojito para la cubana más guapa. ¿De qué se tiene que disculpar este impresentable?- dijo Pablo con tono bromista.

- Nada, cosas nuestras. ¿Se ven doscientos?

- Se ven- dijo Alex con decisión.

-Trío de ases.

Parecía que esta vez la suerte no había acompañado a Alex. Respiró profundamente y cuando Fernanda se
las daba de ganadora respondió sacó sus cartas ante la atónita mirada de su rival.

- Full

- De verdad Alex, no se cómo lo haces pero por muy buenas que sean nuestras cartas las tuyas siempre son mejores.

- Hay mucho de suerte como también de decisión.

- Bla, bla, bla… siempre con tu falsa modestia- se quejó Diana que no parecía tener su mejor noche.

- Al menos me consuela que no me fui la primera como el pobre Víctor.

- Ya vale de hablar de Víctor, dejémosle descansar en paz. Venga Fernanda, bébete el mojito que se te va a calentar y comete alguna pasta que aún no las has probado y las hemos comprado por ti - saltó Pablo tratando de zanjar la trágica noticia.

- ¡Ah! ¿No llevan frutos secos?

- No.

- ¡Es todo un detalle! Muchas gracias- contestó Fernanda con alegría mientras mordía una de las pastas.

- Hagamos un descansito. Esto de ganar siempre me agota- presumió Alex.

Charlaron durante media hora entre pasta y pasta. Pablo y Alex parecían ser los más animados de la mesa mientras Fernanda y Diana hablaban de sus cosas pese al estado decaído de esta última. Viendo que apenas quedaba comida y bebida en mesa, retomaron la partida.

- Cariño estás muy conservadora esta partida, apenas has apostado.

- No tengo mucho ánimo. Ni siquiera se cómo podéis jugar con todo lo que ha pasado.

- ¿Y qué quieres que hagamos que nos pongamos a llorar todos? La vida sigue, no se puede estar siempre amargado - contestó Pablo agarrando a su mujer de la mano con ternura.

- Disculpadme, tengo que ir al servicio. Aún sigo un poco revuelta de la semana pasada. Ahora vengo - interrumpió Fernanda que se levantó como un resorte de la silla mientras la partida continuaba.

- Trescientos - apostó Alex una vez más llevando la iniciativa.

- ¿Trescientos? Sabes de sobra que no llego, me faltan cien - contestó Pablo mientras contaba su dinero con angustiosa rapidez.

- Pues como no cojas el dinero de tu mujer, me da que no vas a llegar a mi cantidad.

- Cariño, ¿me dejas lo que me falta?

- Sabes de sobra que vas a perder. Alex siempre gana.

- Venga no seas aguafiestas. Si seguro que va de farol como en toda la partida.

- Como veas, si total el dinero es tuyo…

- ¡Te prohíbo que vuelvas a decir eso! Sabes que todo lo mío es tuyo - contestó Pablo mientras besaba en la mejilla a Diana.

- ¿Entonces qué? ¿Los ves?

- Lo veo y que sea lo que Dios quiera. Tengo poker de cuatros.

- Pues me da que Dios no te quiere mucho Pablo. Poker de reyes.

- ¡Es increíble! Ya ni con un poker es posible ganarle - exclamó Pablo buscando en su mujer una mirada de compasión ya que se lo había advertido.

Alex encendió un nuevo cigarro con la sonrisa del que se sabe ganador. Sin embargo, se percató de que algo raro estaba pasando.

- Por cierto, nos hemos olvidado de Fernanda. Lleva un largo rato en el baño, ¿se habrá quedado dormida?

Los cuatro se miraron con inquietud y fueron al baño a ver si estaba todo en orden. Entre tanto trasiego, Alex aprovechó para darle un pequeño pellizco en el trasero a Diana percatándose de que Pablo estaba mucho más adelantado de camino al baño y sería imposible que viese nada. Esta le apartó radicalmente la mano pero su picara sonrisa hacía deducir que no le había desagradado en absoluto y que en parte lo deseaba.

CONTINUARÁ...