miércoles, 27 de mayo de 2015

Te miro...

...por primera vez a los ojos. Y ya no queda negro en la nube. Ha descargado progresivamente hasta desinflarse como un globo. ¡Qué alegría! Porque esto ya empezaba a ser insufrible. Aún quedan hojas que despejar en el camino, ¿pero qué más da si confío en el sendero? "Era odio, sin más". O más bien impotencia de que las piezas no encajen en el rompecabezas que nos montamos en nuestro propio universo. ¿Por qué sacarle sentido a todo? Me atrevería a decir que nadie va a leer esto. ¿Y qué? Si las líneas ya se leen solas. Aquel que no esperó más de lo que podía ofrecer vivió feliz el resto de sus días. ¿Tiene usted miedo a la muerte? Es absurdo, no se va a librar de ella. La mejor reflexión que se puede hacer sobre la soberbia es esperar a que los motivos que te han llevado a escribir sobre ella se vayan disipando. Aunque qué cierto es que en este lugar poca luz puede entrar ya. Está podrido de palabras motivadas por algo, por eso carece de belleza. Palabras que no salen del corazón (o por lo menos no salían), sino de lo más profundo del estomago. Borrarlas es hipócrita y hasta inútil. Como pretender borrar con goma lo escrito con rotulador permanente.