Al igual que la tranquilidad llegó un punto en que se puso nerviosa y se fue, tú también tendrás que hacerlo. No te aguanto, siempre estás ahí y no te vas ni a tiros.
Escribo, toco canciones, veo la tele, intento dormir e incluso "dibujo" (lo pongo entre comillas porque yo no tengo ni pajolera idea de dibujar) y aún así ¡sigues ahí!
Maldita la hora en que llegaste a mi vida. Últimamente nada funcionaba para que te largases. Lo único que servía era hablar con la tranquilidad y esperar a que con sus palabras sin sentido mi angustia más o menos se calmase. Pero ya no está, se fue (y con razón, demasiado duró conmigo).