sábado, 30 de enero de 2010

Íntimo amigo de la soledad

Imaginemos un mundo en el que no exista nadie. Un mundo que destaque por el silencio, la calma y en el que solo convivamos con nuestra sombra. Hagamos el esfuerzo todos juntos de visualizar esta utopía sin ningún tipo de temor. Cerremos los ojos y pongámonos en situación cuanto antes, ya que de lo contrario puede que sigamos mintiéndonos a nosotros mismos.

Todos y cada uno de nosotros creemos estar acompañados y en muchos de los casos refugiados gracias a las personas que nos rodean; familiares, amigos, compañeros, vecinos, desconocidos, etc. Sin ellos no podríamos avanzar ni un solo paso hacia el futuro. Lo que es aun más obvio (y triste a la vez), nuestra vida carecería de sentido sin todos ellos.

Hagamos un breve recorrido sobre un día cualquiera del hombre del presente: suena el despertador, se levanta, si es medianamente higiénico se da una ducha, suele desayunar, si vive acompañado por mujer, padres, amigos o quien quiera que sea cruza unas cuantas palabras con ellos y se marcha al trabajo o cualquiera que sea su cometido. Al volver de su actividad, y tras haberse encontrado con personajes que son fundamentales para el desarrollo de su vida, se acuesta, y duerme con el único objetivo de que ese día llegue a su fin cuanto antes para comenzar el siguiente.

Este hombre, por muy estresantes que sean sus días, si no estuviera rodeado de las personas que consciente o inconscientemente forman su vida, simplemente no existiría. Ahora bien, por mucha compañía que este hombre imaginario nuestro tenga, ¿realmente está tan acompañado como él cree? La respuesta me temo que es no. Por muchas personas que conozca y por mucho contacto que tenga con ellas, nunca podrá borrar de su vida a su mejor amigo: la soledad.

Sí, somos amigos de la soledad. Por mucho que lo queramos nunca desaparecerá. Y ahora es cuando se preguntan: ¿pero si yo estoy rodeado de gente, cómo es posible que esté solo? Por supuesto que físicamente no estamos solos. Todos, en menor o mayor medida, tenemos compañía. Pero he aquí el mayor problema de todos. El mundo exterior nos acompaña, pero ¿nos acompañamos nosotros a nosotros mismos? Muchas veces acudimos a la gente buscando respuestas a nuestras inquietudes y en muchos casos fracasamos en el intento. Yo les doy un consejo: mírense al espejo. Muchos me tomarán por loco, pero a veces es la única forma de encontrar respuestas hacia nosotros mismos. El que logre conectar consigo mismo, logrará conectar con su vida sin ningún tipo de chispazo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario