domingo, 31 de enero de 2010

El que no está conmigo está contra mí

Si no recuerdo mal, estas palabras no son de ningún dictador lejano (aunque bien podrían serlo debido a la autoridad de la frase). Son palabras de ese hombre con barba al que llamaban Jesucristo. Supuestamente un hombre ejemplar y un modelo a seguir para muchos en la época. Digo en la época, porque hoy en día no es un modelo a seguir sino un personaje manipulado por ciertos sectores para alcanzar fines que se salen de lo estrictamente moral.

Pero mi objetivo de hoy no es criticar al bueno de Jesús, la iglesia o a la religión en general, sino más bien todo lo contrario; prefiero reservar ese tema para otra ocasión. Decía un hombre muy sabio llamado Rousseau algo así como que el hombre no es malo sino que es la sociedad lo que le corrompe. En parte comparto su teoría; pero no es del todo cierto que la sociedad nos haga hacer el mal. Mas bien la sociedad está hecha para hacer el bien. Los semáforos sirven para establecer un orden en la carretera, sin embargo es el hombre el que se los salta y hace de ello, en muchos casos, una carnicería. ¿Tiene la culpa la sociedad de crear unas normas de conducción basadas en los semáforos? Obviamente no. Es el hombre el que por su extremada ansia al volante y su prisa desmesurada quien crea el conflicto.

Por otro lado, en ciertos aspectos, la sociedad peca de conservadora. O mas bien, de tener miedo a todo aquello que se salga de lo que se considera normal. Son múltiples los casos en los que una persona va a buscar trabajo y no se le da debido a su estética. En esto la sociedad se contradice ya que por un lado se está quejando de mediocridad pero por otro excluye a gente brillante solo por su aspecto. ¿Qué es lo que estamos buscando? ¿Queremos una sociedad de mediocres bellos o de genios peculiares? Si tuviera que contestar a esta pregunta un alto dirigente de una empresa ya podríamos anticiparnos a su respuesta: “buscamos las dos cosas: gente cualificada y que den el perfil de lo que queremos”. En mi honesta opinión, serviría con que esa persona hiciera su trabajo en condiciones sin tener en cuenta su apariencia exterior.

La sociedad lleva a raja tabla la famosa frase de Jesucristo “el que no está conmigo está contra mí”. O nos adaptamos a la sociedad o no tenemos nada que hacer aquí. De hecho, la sociedad nos obliga a adaptarnos a sus formas sin que nos demos cuenta. Por eso, todos tenemos que convivir en sociedad pero s
in que se nos olvide algo fundamental: el respeto.

1 comentario:

  1. Tres cosas:
    1) No podría estar más de acuerdo con el primer párrafo.
    2)"...sino mas bien todo lo contrario"
    Pero no veo la relevancia de esto con lo que, en principio, quieres decir.
    3) Recuerda que, al fin y al cabo (o al cabo y al fin?), el Hombre hace y ES la sociedad y viceversa.

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