- ¿Y tú eres siempre tan risueña?
- ¡Pues claro!
- ¿Y cuál es tu secreto?
- No hay secreto. Es innato en mí.
- Eso no tiene sentido…
- ¿Por qué?
- Porque para sonreír hay que tener motivos… y no creo que los tengas siempre ¿no?
- No tiene que ser siempre así. Esa visión de la sonrisa la tiene la mayoría de la gente y así va el mundo.
- Explícate.
- Digamos que la gente solo se plantea sonreír en ocasiones señaladas, es decir, cuando tienen que hacerlo. Entonces todo eso lleva a que la sonrisa o la propia risa deja de ser real.
- ¿Y no sería más bien al contrario? Sonreír con motivo alguno implica una sonrisa verdadera.
- Querido, tienes la misma percepción de la sonrisa que todos los infelices.
- ¡Yo no soy un infeliz! Como sabes que he tumbado tu argumento ahora te inventas eso, pero no es cierto.
- Para nada. Te diré, aunque te duela saberlo, que no me has tumbado mi argumento. ¿Tú opinas que para sonreír hay que tener algún motivo aparente no?
- Sí
- Pues entonces tu sonrisa está siendo inconscientemente forzada.
- ¿Y eso por qué?
CONTINUARÁ…
No hay comentarios:
Publicar un comentario