viernes, 25 de noviembre de 2011

Quedará siempre en mi espalda


Como esa cicatriz que deja su señal para toda la vida. Ni los gatos negros son a veces capaces de ser señal de mal augurio. Estamos condicionados a ser marcados en cualquier momento. Más o menos como a los judíos en la Segunda Guerra Mundial, que les ponían un número.


Hemos cambiado el chip, estamos en otro nivel del juego. Todo lo que al principio tenía algo de sentido ahora es totalmente paranormal (o igual el paranormal soy yo). Ya no somos principiantes, conocemos bien todo. Somos capaces de predecir hasta el más mínimo detalle sin que este haya sido visto antes.


Por tanto, permitirme que me adelante un par de niveles en el juego. No es hacer trampas, ni mucho menos. Soy incapaz de hacer trampas. Mentir sí, aunque cada vez menos. La pirámide se estrecha. A medida que vamos avanzando en nuestra querida montaña, dejamos atrás ese cartel que ponía "seguirán las huellas de lo que en su día fui" para adentrarnos en la parte más peligrosa: "seguirán las huellas que dejaré a mi paso marcando el camino que lleva al fracaso".


(a ti te voy a contar lo puta que es la vida...)

No hay comentarios:

Publicar un comentario