miércoles, 9 de junio de 2010

Hamlet creó a Shakespeare

¿Qué es el mundo? Parece una pregunta compleja pero tiene una respuesta racional y lógica. El mundo es la verdad, y la verdad no es lo contrario de la mentira, sino algo mucho más fácil; la verdad es la realidad de las cosas. Sabiendo que el mundo es la verdad, y por tanto la realidad de las cosas, llegamos a la conclusión de que hay poca esperanza para nosotros. Por eso, pensar que este argumento es el válido lo veo muy triste y aún mas deprimente.

Yo propongo otro punto de vista, a lo mejor más irreal y fuera de la realidad pero que me hace pensar que las cosas tienen que tener algo más que lo que acaban demostrando. Muchos pensadores opinan que hay que quedarse con la esencia de las cosas. En parte lo comparto, pero la esencia implica quedarse con la realidad de uno mismo y eso ya me asusta más. Lo explicaré con un ejemplo un tanto absurdo: si a alguien que le gusta mucho el chocolate se come una gran cantidad y acaba vomitando por empacho, la realidad de la situación es que el chocolate le ha sentado mal y que no le ha hecho ningún bien. Ahora bien, si en vez de quedarnos con la realidad del asunto nos quedamos con que esa persona antes del empacho preveía una felicidad comiendo chocolate, entonces habremos conseguido alcanzar un mínimo de felicidad.

Tenemos el gran defecto de que cuando algo nos gusta de primeras intentamos profundizar en ello. Hacemos esto porque creemos que es lo mejor para nosotros pero no pensamos en las consecuencias, y es aquí cuando nos chocamos con la realidad de las cosas, es decir, con la verdad. Tras haber profundizado en eso que tanto nos gustaba la primera vez, nos damos cuenta de que no era tan bueno como creíamos. Es en ese momento cuando nos visita ese amigo viajero que creíamos haber olvidado llamado decepción.

Una vez más, tengo la solución (o eso quiero creer para seguir engañándome). En primer lugar, por mucho que nos guste algo, ya sea una persona del sexo opuesto (o del mismo), un libro, una película, una exposición de caramelos o lo que sea, no intentes amoldar esa realidad a lo que tu creías porque saldrás perdiendo siempre. Conformémonos con lo primero y si hace falta que se quede simplemente en eso. De este modo lograremos adaptar la realidad a lo que queremos. Shakespeare no creó a Hamlet, al contrario. Nosotros no somos parte del mundo, sino que el mundo es parte de nosotros.

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