domingo, 27 de junio de 2010

El precipicio de la felicidad (3)

- ¿Qué haces cotilleando mis cosas? Preguntó Marta recién salida de la ducha. - ¿Tus cosas? Pero si esto es… ¿Te estás quedando conmigo, verdad? - ¿Cómo dices? - replicó Marta - Mira Asier, no se qué te pasa hoy, pero estas muy raro. ¿Por qué no te vas a casa y luego hablamos por teléfono? - ¿A casa? ¡Qué dices Marta! ¡Si esta es mi casa! - ¡Bueno ya está bien! Vale que te quedes a dormir las veces que quieras y que pasemos tiempo juntos aquí, pero tampoco te tomes tantas confianzas. 


Asier miró fijamente a Marta con cara de incredulidad. Estaba completamente desquiciado porque no sabía qué es lo que estaba ocurriendo. La situación se le escapaba de las manos, por lo que salió corriendo de allí.


- ¡Asier! No he querido decir eso… ¡no te pongas así! gritó Marta desde la lejanía. Pero ya era demasiado tarde y antes de que Marta pudiese agarrar su brazo Asier había desapareció. Tal era su prisa que estuvo apunto de caer por las escaleras de lo rápido que iba. Todo parecía una gran broma. Asier no se lo podía creer. Le había echado de su propia casa la que de la noche a la mañana, como por arte de magia, se había convertido en su novia. Y por si fuera poco, sus cientos de papeles en los que plasmaba sus futuras novelas no eran suyos sino de Marta. Desesperado por tener un poco de normalidad llamó a su amigo Chicho, con quien estaba seguro de haberse ido de copas la noche anterior. Quedaron en una cafetería próxima al pub en el que estuvieron. Asier estaba pensativo bebiendo cerveza esperando a que llegase Chicho cuando sintió una palmadita en la espalda.


- ¿Un poco pronto para empezar con la cerveza no? - Menos mal que has venido Chicho, me estoy volviendo loco. - ¿Qué te pasa? ¡No me asustes! - Es que no se cómo explicártelo para que no pienses que estoy chiflado… 


Después de un breve silencio, Asier continuó. 


- Marta me ha echado de casa. - Ah, ¿pero estáis viviendo juntos? Por fin… ¡ya era hora! - No. No lo entiendes. Me ha echado de mi propia casa. - Venga hombre, no será para tanto. Será la típica discusión de pareja. Un par de días de morros y todo solucionado. - A ver si me explico… No es una discusión de pareja porque ni si quiera somos pareja. Además, ¿desde cuándo le gusto yo a Marta? Esto no tiene sentido… - Que yo sepa desde siempre. Siempre andaba detrás de ti pero tú pasabas de ella. - ¿Qué yo qué? Bueno, déjalo… el caso es que además de echarme de mi propia casa también se ha enfadado por mirar la novela que estoy escribiendo. ¡Y encima dice que son sus cosas! Ya me dirás desde cuando le ha interesado a ella la literatura. - Pues desde que es escritora, Asier. - Chicho, no te enteras… ¡el escritor soy yo! -Pues será ahora, que te ha dado por ahí… pero que yo sepa, tú eres psicólogo. ¡Y de los buenos además!

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