miércoles, 31 de agosto de 2011

Como un huracán


El huracán se lo lleva todo por delante, ese es su trabajo. Ha nacido exclusivamente para eso. Cuando todo parece tranquilo y en orden, aparece con su fuerza bruta acabando con todo lo que hay a su paso. No le importa el qué, la cuestión es que lo hace y punto.


¿Y las consecuencias de su acto? En el momento en que actúa no ve nada más que lo que tiene que hacer: acabar su tarea. Sea lo que sea, lo haga como lo haga y destroce a quien sea, lo hace. Injusto, ¿verdad?. Aunque por otra parte, tampoco sería justo juzgar el acto del huracán ya que es simplemente eso, fuerte viento.


Lo preocupante es cuando una persona a sabiendas de que se está llevando por delante a otra sigue mostrándose como un huracán. Por mucho que pueda afectar a la otra, se comporta así porque es lo que tiene que hacer. A esa preciosa frase de “es lo que hay que hacer” habría que añadirle “a pesar de lo que pueda ocurrir”.


Sin embargo, en algún momento el huracán tendría que reflexionar y pensar que no sólo importa su cometido, sino también lo que pueda acarrear hacerlo. Si pudiese hablar con el huracán le diría: “Muy bien, ya lo has hecho, te felicito. ¿Y ahora? ¿Te sientes mejor? Si verdaderamente te sientes bien, sigue por ese camino, arrasando todo lo que haya a tu paso por mucho que sea el daño que puedas causar. No tendrás ningún problema en hacerlo ya que “es lo que hay que hacer”. Lo dice en tu código del buen hacer.


Para una mente reflexiva y empática es difícil asumir esto, pero no queda otra. El huracán ha actuado. No es la primera vez que lo hace, aunque es cierto que muchas veces deja daños prácticamente irreparables, otras simplemente deja una pequeña huella.


Pero por mucha fuerza que sople el huracán, a veces se topa con ciertas rocas que son inmovibles. Además, esta roca es muy inteligente (o tremendamente tonta) porque sabe que el huracán soplará con fuerza, y entonces se protege para no ser arrollada. Quizás el gran error de la roca sea no actuar nunca como un huracán para que éste se sienta roca. Entonces entendería lo mucho que cuesta permanecer quieto cuando el fuerte y desagradable viento sopla con fuerza sobre su ser.


(Como un huracán. Se lleve lo que se lleve por delante da igual, porque a las rocas no hay quien las mueva).

No hay comentarios:

Publicar un comentario