miércoles, 23 de enero de 2013

Poker de almas (3)

- La verdad que desde que Víctor se fue la partida está mucho más igualada. Aunque Fernanda anda justita- dijo Alex mientras encendía un cigarro como si estuviese en su propia casa.

- Ese hijo del diablo lo único que hace siempre es molestar.

- Por favor Fernanda, no seas brusca tú también.

- Es cierto Diana, tú misma sabes que tengo razón. Continuamente con ese mal humor y siempre metiéndose conmigo. ¿Qué le habré hecho yo?

- Quizá solo es machista o racista. Déjale, está muy solo.

- Yo creo que es de la acera de enfrente- saltó Pablo.

- ¿Y eso qué mas da?- respondió Diana con cara de incredulidad.

- Pues muy sencillo, que vive reprimido y no es capaz de ser él mismo. Por eso se comporta de ese modo.

- Eso es una bobada y lo sabes. Además las mujeres nos damos cuenta de esas cosas y ni Fernanda ni yo hemos notado nada, ¿a que no Fernanda?

En ese preciso momento Fernanda empezó a encontrarse mal. Estaba blanca como la leche y temblaba como si en la casa estuviesen a bajo cero.

- ¿Qué te pasa? Estás pálida.

- No me encuentro bien…

- Claro, el mojito… Bueno no, más bien LOS mojitos - dijo Alex irónicamente.

- Necesito irme a casa. Creo que me vendrá bien descansar. Llamaré a un taxi.

- ¡Pero qué dices mujer! ¿Estás loca? Te saldrá por un ojo de la cara. Te acerco yo

- En serio Pablo, muchas gracias pero no quiero ser molestia. Mejor me cojo un taxi. Además no vas a dejar a tu mujer sola con todo lo que hay que recoger.

- Eso tiene fácil arreglo, te llevo yo. Así no hacemos salir a Pablo de su casa, Diana no se queda sola y a mi me queda al lado acercarte - se anticipó Alex galánmente.

- No, de verdad, no quisiera…

- ¡No hay más que hablar! Te acerco yo que me pilla de paso.

- ¡Perfecto! - Zanjó Pablo. La semana que viene seguimos con la partida. Os vemos aquí a la misma hora.
Avisar a Víctor también.

A la semana siguiente volvieron a reunirse en la misma casa a la misma hora. En esta ocasión Alex fue el último en llegar. Llamó al timbre y Pablo y Diana fueron a abrirle.
 
- Hola anfitrión, veo que ya habéis puesto todo. Diana, estás tan guapa como la semana anterior. Y Víctor qué, ¿tarde cómo el otro día?

Durante pocos segundos se produjo un incomodo silencio que no hacía presagiar buenas noticias.

- ¿Qué ocurre? - preguntó Alex con preocupación.

- Acabamos de recibir una llamada de la madre de Víctor. Se lo ha encontrado muerto esta mañana en la ducha. - le comunicó Diana antes de romper a llorar.

CONTINUARÁ...

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