- Madre mía, ¿pero cómo ha sido?
- Al perecer se ha suicidado, estaba ahorcado. - respondió Pablo mientras abrazaba a su mujer desconsolada.
- Bueno, al menos no volverá a perder dinero jugando al poker - saltó Fernanda mientras recibía miradas de odio por todos los lados.
- Es una broma para aliviar el mal trago, no me miréis así.
- En fin, vamos a jugar que hay mucho dinero en juego. Apagaremos las luces y encenderemos una vela en honor a Víctor. Se que nunca nos cayó bien a ninguno, pero es una persona y merece respeto.
- Tienes razón Pablo. Aunque no sé si tu mujer está en condiciones de apostar.
- Tranquilo, si veo que empieza a hacer disparates con el dinero apostaré yo por ella. Vamos a jugar.
Los primeros instantes de la partida fueron fríos y de poco movimiento. Todo el mundo estaba consternado por la muerte de Víctor. Diana era la más afectada, no podía parar de lagrimear. Alex y Pablo trataban de mantener la entereza y Fernanda, pese a hacerse la dura, también estaba abatida.
- ¿Fernanda hoy no bebes?
- No hijo, y no te creas que no tengo ganas de un mojito de los tuyos pero desde el otro día ando revuelta.
- Llevas toda la noche a base de agua, ¡te van a salir branquias!
- Vale, después de esta mano me preparas uno.
- ¡Claro que sí mujer! Hay que animarse.
La partida transcurría sin mayor emoción. Diana y Pablo se plantaron. Una no tenía la cabeza puesta precisamente en la partida y el otro no estaba teniendo su mejor noche, apenas le quedaba dinero. Aprovechando su plantón, ambos se fueron a la cocina a preparar el mojito de Fernanda mientras hablaban de la trágica noticia. Mientras tanto, la partida parecía coger interés.
- Doscientos.
- Veo.
- Te aviso que voy cargada jovencito.
- Ya sabes de sobra que a mí no me asusta nada
- Qué raro lo de Víctor, así de la noche a la mañana se suicida.
- Siempre fue un tipo raro.
- De eso no hay duda, pero no creo que fuese un suicida - zanjó Fernanda mirando fijamente a Alex con cara de sospecha.
- Cuando me dejaste en casa la semana pasada, ¿a dónde fuiste después?
- ¿A dónde voy a ir? ¡Pues a mi casa!
- ¿Seguro?
- ¿Qué eres mi madre?
- No, para nada. Lo único que cuando fui a bajar las persianas para echarme a dormir vi que giraste en dirección contraria y tu casa está dos calles más para abajo de la mía.
- ¿Me estás acusando de algo? Fui a echar gasolina. Tú como no sabes conducir te crees que los coches
andan solos.
En plena tensión aparecieron Pablo y Diana con el mojito de Fernanda y unas pastas de chocolate para amenizar la partida.
CONTINUARÁ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario