viernes, 25 de enero de 2013

Poker de almas (4)

- Madre mía, ¿pero cómo ha sido?

- Al perecer se ha suicidado, estaba ahorcado. - respondió Pablo mientras abrazaba a su mujer desconsolada.

- Bueno, al menos no volverá a perder dinero jugando al poker - saltó Fernanda mientras recibía miradas de odio por todos los lados.

- Es una broma para aliviar el mal trago, no me miréis así.

- En fin, vamos a jugar que hay mucho dinero en juego. Apagaremos las luces y encenderemos una vela en honor a Víctor. Se que nunca nos cayó bien a ninguno, pero es una persona y merece respeto.

- Tienes razón Pablo. Aunque no sé si tu mujer está en condiciones de apostar.

- Tranquilo, si veo que empieza a hacer disparates con el dinero apostaré yo por ella. Vamos a jugar.

Los primeros instantes de la partida fueron fríos y de poco movimiento. Todo el mundo estaba consternado por la muerte de Víctor. Diana era la más afectada, no podía parar de lagrimear. Alex y Pablo trataban de mantener la entereza y Fernanda, pese a hacerse la dura, también estaba abatida.

- ¿Fernanda hoy no bebes?

- No hijo, y no te creas que no tengo ganas de un mojito de los tuyos pero desde el otro día ando revuelta.

- Llevas toda la noche a base de agua, ¡te van a salir branquias!

- Vale, después de esta mano me preparas uno.

- ¡Claro que sí mujer! Hay que animarse.

La partida transcurría sin mayor emoción. Diana y Pablo se plantaron. Una no tenía la cabeza puesta precisamente en la partida y el otro no estaba teniendo su mejor noche, apenas le quedaba dinero. Aprovechando su plantón, ambos se fueron a la cocina a preparar el mojito de Fernanda mientras hablaban de la trágica noticia. Mientras tanto, la partida parecía coger interés.

- Doscientos.

- Veo.

- Te aviso que voy cargada jovencito.

- Ya sabes de sobra que a mí no me asusta nada

- Qué raro lo de Víctor, así de la noche a la mañana se suicida.

- Siempre fue un tipo raro.

- De eso no hay duda, pero no creo que fuese un suicida - zanjó Fernanda mirando fijamente a Alex con cara de sospecha.

- Cuando me dejaste en casa la semana pasada, ¿a dónde fuiste después?

- ¿A dónde voy a ir? ¡Pues a mi casa!

- ¿Seguro?

- ¿Qué eres mi madre?

- No, para nada. Lo único que cuando fui a bajar las persianas para echarme a dormir vi que giraste en dirección contraria y tu casa está dos calles más para abajo de la mía.

- ¿Me estás acusando de algo? Fui a echar gasolina. Tú como no sabes conducir te crees que los coches
andan solos.

En plena tensión aparecieron Pablo y Diana con el mojito de Fernanda y unas pastas de chocolate para amenizar la partida.

CONTINUARÁ...

No hay comentarios:

Publicar un comentario