martes, 30 de marzo de 2010

No intentes entenderlo

Una imagen vale más que mil palabras. Siempre se dice eso. En parte es un dicho con mucho sentido porque por muchas palabras mal sonantes o de irritación que uno pueda escribir, se me antoja complicado poder representar la frustración de una persona con letras. Sin embargo, valdría con captar un instante el gesto de su cara para poder descifrar si esa persona está bien o no.

Pero hay momentos en la vida que uno se ve incapaz de interpretar con palabras, letras o imágenes. Es un instante de angustia que suele ser breve. Aunque si breve significa estar toda una noche sin pegar ojo, que venga Dios y lo vea. Pero sí es cierto que es breve, porque si lo comparamos con la cantidad de horas que llevamos durmiendo desde que nacimos, no es breve sino insignificante. Que contradictorio y relativo es todo.

Sería fácil que la explicación a esta inquietud angustiosa fuera el recuerdo, la nostalgia, o la preocupación por algo, pero sería muy vago pensar eso. El recuerdo es simplemente mirar al pasado y encontrarte contigo mismo y la nostalgia es echar algo de menos que a veces hasta carece de importancia. La preocupación ya es más compleja, porque si analizamos la cantidad de preocupaciones absurdas que tiene el ser humano podríamos tirarnos sin dormir días enteros. Por tanto, me veo incapaz de explicar ese sentimiento que muchas veces nos invade y que nos tortura sin parar. Si por mí fuera, lo cogería y lo aplastaría, pero bien es cierto que uno no puede enfrentarse al vacío. Justamente es eso, vacío. Estoy seguro de que está lejos de historias existenciales y de inquietudes personales. Es simplemente un nihilismo personal que se escapa de cualquier tipo de lógica.

Generalmente nos encontramos bien. No seamos negativos por el simple hecho de serlo. El hombre, quitando casos de extremada amargura por situaciones que están justificadas, suele encontrarse bien con el mundo y con él mismo. Alguna que otra vez, puesto que no todos los días van a ser fiesta, se encuentra mal, pero repito, su mal estar está motivado por algo. Pero cuando uno no sabe si está bien o está mal, entonces el problema se agranda. Muchos que tienen este vació del que les hablo, se creen que pueden solucionarlo o encontrarle una explicación cambiando de aires. Muy bien, cambiemos de sitio, pero estoy convencido de que la respuesta al vació no está en convertirse en un nómada terrenal porque al final se cae en el vicio de convertirse en un trotamundos aventurero sentimental que no sabe a donde va. Antes de cerrar tu casa, mira bien dentro de ella no vaya a ser que lo que busques esté ahí.

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