jueves, 26 de mayo de 2011

Sal de mí


Condenado a un cerebro enfermo. A mi nadie me engaña (primer paso del autoengaño). La sensación de que algo se te escapa y que hay unas enormes carcajadas de fondo que no sabes de dónde vienen. Hay alguien que conoce la realidad, pero por la razón que sea prefiere callarse. El silencio a veces dice más que cualquier palabra.

Ya no se quién es el ángel y quién el demonio (segundo paso del autoengaño). Invenciones mentales para justificar tu propia basura. Estás a punto de explotar, ya no sabes dónde meterte ni qué canción escuchar. Nada es capaz de quitarte esa sensación. Hay una voz interior que te dice: “¡Hazlo, no seas tonto!” Pero eres incapaz. Al final, le haces caso a la voz y acabas mordiendo la manzana. ¿O has mordido otra? Ya ni siquiera sabes si es una manzana.

Y cuando todo lo ves negro: Zas! ¿Qué es ese zas? No lo se (tercer paso del autoengaño) Siempre en el momento adecuado. Al poco rato encuentras otra señal que te advierte del peligro. Esta vez no. No me vais a volver loco, nadie. Ni siquiera tú… ¡así que sal de mi mente ya antes de que te eche a patadas!




(¡Zas! como me temía, así ha ocurrido... aunque tú ya lo sabías)


Ah... y los jueves tienen dos colores.

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