jueves, 9 de septiembre de 2010

La firma (2)

Al salir, Gabriel bajó las viejas escaleras y partió hacia su casa. Eran más de las doce de la noche, por tanto ya era lunes. Siempre cogía el mismo atajo para ir a su casa pero esa noche cambió de opinión y se decidió a ir por un camino más largo. Nunca hacía ese recorrido porque el parque por el que tenía que cruzar estaba lleno de drogadictos. Para Gabriel esa gente eran desechos sociales y siempre los miraba con desprecio. Sin embargo, esa noche todo iba a cambiar cuando de pronto uno de los drogadictos del parque se dirigió a él:

- ¡Señorito! ¿Déjame algo, no?
- No tengo nada, te lo juro.
- ¡Venga ya! Pero si solo con el traje que llevas me daría para comer todo el mes.
- Sí, seguro que te lo gastarías en comida…
- Venga, no seas así… si estoy bien ¡solo quiero cenar algo!
- ¡Que te he dicho que no tengo nada!
- ¿Y ese reloj?
- ¡No voy a darte el reloj!
- No, no. ¿Qué de dónde lo has sacado?
- Me lo dio mi padre. Era de mi hermano, pero él se metió en otras cosas y acabo en mi muñeca.
- No puede ser… ¿Eres Gaby?
- ¿Cómo sabes mi nombre?
- ¡Gaby, tío! Soy yo, Willy.

CONTINUARÁ…

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