miércoles, 29 de septiembre de 2010

La firma (6)

- Bueno, ¿dónde te llevo?
- Siguiendo recto están las paradas de autobuses. Déjame por allí.
- ¡No mujer, ya te acerco a casa!
- ¡Pero qué dices! Vivo demasiado lejos.
- Da igual, te acerco de todos modos. ¿A cuanto estamos más o menos?
- A más de tres horas…
- ¡Más de tres horas! Estabas haciendo turismo por lo que veo…
- Ya te dije que vivía lejos. Venga déjalo, déjame donde los autobuses y ya me las arreglaré.
- Bueno, no importa, ponemos un poco de música y todo será más llevadero.
- ¿Seguro?
- Sí, sí. No te preocupes, además todavía tengo tiempo.
- ¿Has quedado?
- Sí, pero me sobran un par de horas. Así que no te preocupes.

Hablaron de todo durante el camino. Parecían conocerse de toda la vida, como si fuesen amigos desde la infancia. Música, cine, lectura, religión, política y hasta de sexo hablaron.
Y cuando todo parecía ir sobre ruedas, una de ellas pinchó. Gabriel bajó rápidamente del coche y al ver que la rueda estaba completamente destrozada comenzó a desesperarse.

- ¡Qué desastre, ha pinchado!
- Madre mía, esta completamente destrozada… y por aquí no creo que pase la grúa.
- ¿A cuánto estamos andando?
- Pues así a ojo, a un par de horas yendo a paso ligero.
- No puede ser… ya si que no llego a la cita. Mira que me dijeron que fuese puntual.
- ¿Pero dónde habías quedado?
- Da igual, vamos rápido que no está la cosa como para perder el tiempo.

CONTINUARÁ…

No hay comentarios:

Publicar un comentario